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Fotos: Fundación Omacha

La baja tasa de reproducción del manatí, su caza y la alteración de su hábitat, convierte a este mamífero acuático en otra especie amenazada.

 

BOGOTÁ D.C.- Hoy, en el Día Internacional del Manatí, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible recuerda que estos animales, al igual otros llamado dugones, hacen parte de un grupo conocido como sirenios, nombre que se les da a raíz de la asociación de estas especies el origen de antiguos mitos en torno a las sirnas.

 

Colombia tiene dos especies de manatíes: el del Caribe y el amazónico, siendo el primero más grande y pesado, características de las que carece el segundo. Los sirenios adultos crecen entre 2.8 y 3.5 metros de largo y pesan entre 400 y 1.600 kilos (lo normal es que pesen entre 500 y 600 kilos); su cuerpo es hidrodinámico, con una cabeza pequeña, sin cuello, tronco ancho, extremidades representadas en las aletas pectorales y una aleta caudal ancha que facilita su locomoción bajo el agua.

“La importancia de esta especie es que como es un animal tan grande, con sus aletas evita procesos de sedimentación, ya que mantiene en movimiento los sedimentos en los diferentes cuerpos de agua; de igual manera, el excremento es apetecido por los peces hasta el punto de que algunos pescadores prefieren poner las mallas cerca de donde hay manatís para que haya mayor cantidad de peces”, explica Dalila Caicedo, directora Ejecutiva de Fundación Omacha.

Los manatíes pueden vivir en el mar, en agua dulce o salobre de zonas tropicales y subtropicales. Se alimentan principalmente de pastos, algas, plantas acuáticas y hojas, por lo que se consideran los únicos mamíferos acuáticos herbívoros. Al igual que todos los demás mamíferos del mundo, respiran aire por medio de pulmones, tienen pelos y las hembras alimentan a sus crías con leche.

Esta especie tiene una tasa reproductiva baja y su periodo de gestación es de aproximadamente 12 meses. Una hembra tiene en promedio una cría cada cinco años y su único depredador confirmado es el ser humano.

La situación del manatí es delicada y por ello la especie está clasificada como vulnerable (VU) a nivel internacional, lo cual significa que tiene un riesgo de extinción alto en estado de vida silvestre, mientras que en Colombia su carácter es En Peligro (EN). En el país, la especie está protegida por la resolución 574 de 1969, que establece una veda completa de caza.

Para hacer una gestión articulada con la normatividad existente e incrementar el conocimiento sobre los manatíes en el país, han sido elaboradas varias iniciativas de conservación entre el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, la Fundación Omacha, Corporaciones Autónomas Regionales (CAR), universidades, institutos de investigación y algunas ONG nacionales e internacionales.

Con relación a lo anterior, está la formulación del Programa Nacional de Manejo y Conservación de Manatíes en Colombia, el cual planteó las líneas de acción para garantizar la supervivencia de estos animales a través de estrategias de conservación, investigación y manejo en las distintas regiones donde se distribuyen las dos especies presentes en el país.

“Quiero enviarle un mensaje a todos los colombianos, pero hoy en especial a los niños: del cuidado de nuestras especies, del aire, de los ríos, de los mares, de los páramos y tantos recursos que conforman nuestro patrimonio natural depende nuestra vida mañana. Ayúdennos a conservar la inmensa biodiversidad que nos caracteriza. A los animales les pertenece este planeta tanto como a nosotros”, dijo Carlos Eduardo Correa, ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible.